EL DESPRECIO (Le mépris)- JEAN- LUC GODARD.


Título original: Le mépris
Año: 1963
Nacionalidad: Francia
Director: Jean-Luc Godard
Intérpretes: Michel Piccoli, Brigitte Bardot, Jack Palance, Fritz Lang
Música: George Delerue
Sinopsis: Un guionista de cine recibe la propuesta por parte de un productor americano de reescribir parte del guión de una película sobre La Odisea que está dirigiendo Fritz Lang, mientras la relación con su mujer entra en crisis.




Si hay una corriente sobrevalorada en la historia del cine y un director paradigmático de la misma, ésos son la Nouvelle Vague, a la que se adscribe la película que nos ocupa, y Jean-Luc Godard. Se trata de un cine generalmente tedioso y vacío de contenido, con temáticas tomadas del cine clásico americano y cuya principal aportación consiste en experimentar con el montaje y otros recursos fílmicos.

Hace escasas semanas se publicó una lista de las cien mejores películas del cine francés elaborada por los críticos del país vecino, y en ella uno pudo descubrir, no sin cierto estupor, que El desprecio figura en el segundo puesto. Está claro que estamos ante el menos "godardiano" de entre los títulos más renombrados de su autor, lo que sin duda le permite salvar las posturas tan enfrentadas que suscita siempre esta corriente cinematográfica y lo sitúa por encima de Banda aparteVivir su vida o Al final de la escapada, pero de ahí a merecer tan alta valoración media un abismo.





En él, Godard presenta de forma paralela dos tramas: por un lado, la del encargo que recibe el protagonista por parte de un productor americano de reescribir parte del guión de una película sobre La Odisea de Homero; por otro, el deterioro de la relación entre el guionista y el personaje interpretado por Brigitte Bardot. La primera supone una reflexión sobre la posición del cineasta frente a la industria del cine, esto es, de la creación artística frente a los intereses comerciales de quienes la financian, en la que el gran Fritz Lang, que se interpreta a sí mismo (y con cuya reconfortante presencia uno no puede evitar sentir añoranza de estar viendo una película suya en lugar de la presente), viene a ser un alter ego del propio Godard para contar, en clave autobiográfica, sus desavenencias con los productores, que son retratados como "los malos". En la segunda, menos lograda, se exhiben los celos, dudas e inseguridades que surjen en el matrimonio protagonista y que darán paso al desprecio al que hace referencia el título.

La película se estructura claramente en tres partes de parecida duración a modo de planteamiento, nudo y desenlace: la primera se desarrolla en los estudios Cinecittá y en ella se produce tanto la oferta del productor como los flirteos de ambos integrantes de la pareja que harán nacer los celos; la segunda se sitúa casi íntegramente en el apartamento del matrimonio, donde se suceden los reproches y acusaciones mutuas; y la tercera tiene lugar en la isla de Capri, donde se rueda la película sobre La Odisea, y donde llega el previsible desenlace.

El afán de experimentación tan propio del autor queda patente desde el primer momento, en que los títulos de crédito son sustituidos por una voz que los presenta hablados, así como en la primera escena, en que la experimentación se produce con el color (la imagen de la pareja en la intimidad empieza en sepia, pasa a natural y termina en rojo). Tampoco podían faltar dos señas de identidad habituales en el cine de Godard, como son sus característicos saltos de plano, que poco o nada aportan, y las continuas referencias eruditas y cinéfilas que salpican toda la película y que como de costumbre resultan tan pretenciosas y pedantes.




Lo mejor de la película, junto con la sensual belleza de una Brigitte Bardot en su máximo esplendor, es sin duda la hermosa banda sonora de corte clásico a cargo de George Delerue, cuya simple escucha justifica por sí misma el visionado del conjunto.

Para cerrar el comentario, permítaseme recomendar un par de títulos de la misma década sobre cada una de las dos temáticas que aborda esta cinta y que resultan muy superiores: sobre el hastío en la pareja, Pasión, de Ingmar Bergman, y cualquiera de la "Trilogía de la incomunicación" de Antonioni (La aventuraLa noche y El eclipse); y sobre el papel del artista frente a su entorno, Andrei Rublev, de Andrei Tarkovsky, y Ocho y medio, de Federico Fellini. Todas ellas obras imprescindibles, tanto por su contenido como por la indudable maestría con que están realizadas.

Puntuación (sobre 10): 5


Ignacio Santos. Abril 2014.

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