BANDA SONORA (Crítica)- COLLATERAL- James Newton Howard/ Antonio Pinto.



 
 6 sobre 10

COLLATERAL (2004).
JAMES NEWTON HOWARD & ANTONIO PINTO.

                Composición interesante, dual y ligeramente golpeada por el director. La pareja de compositores principales (hay varios temas, próximos al ambiente rock de las canciones no originales, encargados a otros artistas de menor nombre), tremendamente dispares en su función y formas, resulta, sin embargo,             de un equilibrio notable. La escucha, durante el desarrollo de los acontecimientos, de bastantes canciones no originales forma un conflicto potentísimo en la situación de lo que ocurre y en el sentido global y último de todo, que queda contagiado por esta desafortunada intención de tanta música distinta y múltiples manos que la componen. 

                La introducción musical a la historia es curiosa: centrada en Max, el taxista, suena siempre música no original, canciones de una tipología rechazable, artística y cinematográficamente hablando, pero que manifiestan un ambiente mundanamente cosmopolita y cierta inquietud o revuelo cuando la escena aún es tranquila. Asociado esto a la figura de la mujer que entra en el taxi, llega ahora el hombre que, subiendo al vehículo de Max, inicia una conversación alborotada, directa y violenta que el director opta por adornar mediante el inicio de la partitura original, descansada y tranquila. Una especie de estructura en espejo y capicúa interesante. No obstante, desechable inicio. Sólo comenzamos a sentir verdadera noción fílmica cuando la música suena de manos ya de Antonio Pinto, auténtico creador del ambiente nocturno, cosmopolita y agobiante de la historia. Su capacidad para describir y acompañar el aire de las atmósferas es fantástica. El contraste entre su batuta tranquila y la violencia del carácter de Vincent es, sin duda, espectacular y un punto importantísimo en el argumento.



                La partitura, en conjunto, va tomando forma y base y ya a mitad de historia se asienta y convence. Lejos queda el horrible inicio, antes comentado. De cuando en cuando, canciones regresivas. Avanzando los minutos, la partitura crece de una forma sutil, elegante y positiva: curiosamente, los fragmentos pausados, rebosantes de atmósfera idealista, van explicando la vertiente que más interesa al director, apartada ya la acción violenta en un rincón trascendente del filme pero eso, sin dejar de ser rincón.Criticable resulta la inserción comercial de las ya dichas canciones pop-rock, motivo únicamente de atracción hacia un público mayoritario ya que, de otro modo, su presencia no podría explicarse. Un elemento negativo, sin duda, a la hora de la valoración de un cuerpo de partitura, en principio, solvente.



                La composición concluye de forma eficaz; la violencia absoluta de Vincent hace que Newton-Howard despegue y firme unos minutos de estructuras típicas de acción basadas en la fuerza de los sintetizadores y una capacidad rítmica y narrativa notable. Atrás queda el ámbito dramático y soñador de las conversaciones entre el taxista y el asesino, involucrados ambos en toda la historia en un innumerable mosaico de muertes, trepidantes escenas y reflexivas conversaciones. En definitiva, una partitura bastante equilibrada en cuanto a los dos principales compositores y desajustada sobremanera por la música no original, opción comercial de muchos filmes y error artístico en la mayoría de ellos.


Antonio Miranda. Enero 2016.


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