BSO- ESPARTACO- Alex North.



10 sobre 10


SPARTACUS (1960).
ALEX NORTH.

                Es complicado no comenzar el estudio de ‘’Spartacus’’, de Alex North, por el final. Cómo el artista, tras dos horas y media de partitura omnipresente, es capaz de sorprender, resulta asombroso. Llegamos al desenlace de la obra mediante un trabajo encomiable de composición, detalles y estructuras. Espartaco y Varinia, su amada, protagonizan una, tal vez, última escena juntos antes de la batalla final. El tema de amor, eje central de toda la música, da paso a la escena de la lucha final entre el ejército de Espartaco y los romanos, secuencia espectacular con unas notas fortísimas en su inicio que nos muestran, de nuevo, un detalle fundamental en toda la composición: los temas activos viven deliciosamente sobre bases de graves con una presencia e influencia absolutas, elegantemente ocultados, a los pocos segundos, por el resto de instrumentos (muchos de ellos exóticos, procedentes de países como Roma o China) predominando los vientos. La composición de la secuencia es uno de los momentos más álgidos de la carrera de North y, sin lugar a dudas, de la música que Stanley Kubrick aplicó en sus filmes (pese a ser ferviente seguidor de la música clásica y experimental para sus creaciones). Alex North proyecta unas narraciones, en esta última batalla, que rozan lo estrambótico (como lo es la situación de los esclavos luchando e intentando vencer al ingente ejército romano) e incluso lo cómico (claro homenaje, incluyendo las imágenes, a las batallas musicadas por Sergei Prokofiev para ‘’Alexander Nevsky’’, incluso las partituras de acción genéricas en el cine mudo). El momento, con seguridad, es de lo más sobresaliente en una obra de grandísimo valor. Así lo muestra el compositor terminada la escena, en imagen los cadáveres de la lucha y, nuevamente, el tema de amor escuchándose, versionado ahora hacia tintes dramáticos, describiendo las figuras muertas de las personas. Sin duda, una estructura final grandísima que no deja de unir detalles con el resto de la obra.


                Las particularidades y el estudio en ‘’Espartaco’’ son abundantísimos. Tras la comentada secuencia, North vuelve a narrar de manera sobresaliente: en la conversación entre Varinia y su enamorado romano Craso, inserta un matiz sintetizado  y extraño que bien tendría que haber usado, años después, en ‘’2001: una odisea en el espacio’’ para dar completo sentido a su rechazada partitura, en una muestra de cómo él mismo (y no los autores clásicos experimentales elegidos finalmente) pudo haber sido el eje central de la joya de Stanley Kubrick. El ir y venir de la ternura y la extrañeza son, sin duda, los vaivenes de los pensamientos de ambos protagonistas. Un final majestuoso y crudo, previa aparición (durante el diálogo, antes de luchar, entre Antonino y Espartaco) de una versión no demasiado identificable del tema de amor pero sí con bases empleadas en él que dan forma a un fragmento delicioso y, en opinión de quien esto escribe, superior en hermosura al principal, cierra la obra maestra del compositor estadounidense con una ambientación romántica extraordinaria, muestra de cómo el Romanticismo auténtico se aleja absolutamente del amor de pareja al centrarse en una secuencia entre dos compañeros y amigos de batalla.


                ‘’Espartaco’’ muestra una singular disposición: amasijo de instrumentos, estilos, ritmos y binomios, su trabajo refleja el tiempo abundante del que el artista dispuso para su formación (más de un año por delante y hasta 18 visionados de la película). Precisamente, las estructuras duales son los cimientos básicos que dan esa fuerza innata en esta composición, esa sensación de escuchar poder y ternura al tiempo: en sentido contrario a lo mencionado, ternura y poder aparecen durante numerosos instantes del metraje en escenas inmediatas. North potencia ambos estados de ánimo mediante la perseverancia del director en mostrar momentos pausados inmediatamente seguidos de minutos de intensidad. El artista, los primeros, los ‘’dora’’ admirablemente con sus innumerables variantes del tema de amor; los segundos, inteligente, los inicia con estructuras rítmicas claras, marcadas y siempre resaltadas con los graves (como ya hemos indicado) de la orquesta. A los pocos segundos los oculta, habiéndonos insertado de lleno la sensación de drama.


                En definitiva, multitud de detalles (desde la escucha de la música prácticamente sin descanso, pasando por la aparición del tema de amor como hilo que une todo el tejido del filme en distintos momentos de sensaciones y ritmos, hasta los apuntes ‘’western’’ de la vida nómada de los esclavos y sus costumbristas composiciones) y un cuerpo global que hacen de ‘’Espartaco’’ una de las obras cumbre de la historia de la música de cine. Imprescindible.

ANTONIO MIRANDA. Junio 2016.



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