BSO- LA GUERRA DE LOS MUNDOS- John Williams.



10 sobre 10

WAR OF THE WORLDS (2005).
JOHN WILLIAMS.

                Pocas primeras medias horas, en la historia del cine moderno de acción, han sido narradas, controladas y energizadas tan tremendamente como el genial compositor americano hace con la actual. Un compendio de dramatismo inigualable y desenfreno visual controlado por una violencia sonora de ritmo medio y un pequeño detalle, entre tanto instante activo, que demuestra cómo la grandeza de un genio se plasma en lo patente y descansa firmemente en lo latente: el protagonista, de regreso a su casa tras el descubrimiento de la tragedia y aguardándole sus temerosos hijos, sufre un shock y, apoyado frente a la nevera del chalet, se hipnotiza envuelto en pensamientos escalofriantes descritos, delineados y mantenidos por la partitura (en un momento de pausa que la música engrandece con sutileza) alcanzando niveles altísimos y un contraste brutal con el resto de secuencias, tanto las anteriores como las inmediatas, a las cuales, si cabe, eleva por encima de lo pensado para cualquier situación de tragedia. Sinceramente: imprescindible inicio, de los mejores de la carrera de John Williams y del cine de este siglo. Ejemplo incuestionable de cine en la música y una delicia que cualquier aficionado al arte tendría que ver una y otra vez.



                La segunda parte de la historia (con un final argumentalmente más pobre que el resto), considerada desde la escena del ferry, se inicia con una brutalidad todavía, si cabe, mayor. Nos encontramos en el origen de la que un servidor califica como ‘’violencia musical’’ en el cine, con Michael Giacchino y Alexandre Desplat como máximos exponentes, siempre precedidos y enseñados por el maestro de maestros, John Williams. Cómo éste inicia la secuencia, una vez descubiertas las máquinas, es de una agresividad incontestable, matizadas las composiciones mediante la inserción, a tiempo desigual, de las percusiones metálicas, un ejercicio de solvencia y maestría ejemplares. Todo ello, de forma estudiada, aderezado por fragmentos pausados de máxima calidad que, si bien la mayoría de compositores emplea testimonialmente, como complemento a su obra, Williams transforma en la vertiente sutil que eleva, por su calidad, a las composiciones más activas por contraste. En un tema pausado de calidad media o baja, el contraste que se produce con los activos no existe, realmente no hay conexión.




                El desenlace es asombroso, tomando como tal desde la llegada de padre e hija al sótano del chalet donde les guía su enloquecido dueño. El argumento que el artista plantea, las situaciones que origina y la intensidad que, finalmente, ofrece, son dignos de estudio obligado. Las composiciones alcanzan cotas sobresalientes y el dominio de ritmos, tensiones y sucesos es total. Una obra musical que podría resumirse en la capacidad vital variable del protagonista. Sin duda, una de las mejores del grandísimo compositor americano y, sin duda, de las más infravaloradas. Imprescindible.






PUNTUACIÓN:10

A TENER EN CUENTA: de las mejores composiciones para acción del cine moderno. Orientación clásica en época de sintetizadores realmente imprescindible.



Antonio Miranda. Agosto 2016.


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