BSO- EL NUEVO MUNDO (The new world)- James Horner, W.A. Mozart & R. Wagner.



EL NUEVO MUNDO (2005).
JAMES HORNER, W.A. MOZART y R. WAGNER.

4,5 sobre 10

RESULTA COMPLICADO LLEVAR A CABO UN ESTUDIO CUANDO LAS DOS PARTES DEL MISMO CHOCAN TAN FRONTALMENTE. Es el caso de ‘’El nuevo mundo’’, una película notable con una estructura musical pobre. Y en este caso, indudablemente, no nacida de la partitura o sus compositores sino del mismo director, hecho que agudiza todavía más el pequeño desastre que se avecina.



Terrence Mallick opta por fracturar drásticamente la unidad que James Horner compuso para toda la obra. Si escuchamos la edición en cd del compositor recientemente fallecido descubriremos que, al margen de consideraciones compositivas y melódicas, su unidad es indudable y ciertamente sobresaliente, aspecto en el que Horner siempre fue un maestro. Su aplicación completa al filme le habría dado a éste une empaque y personalidad musical completísimos. No fue así: el director cortó gran parte del trabajo y usó la partitura en la parte central de la historia. Es muy fácil de entender; cuando Horner ‘’musica’’ la segunda historia de amor de la nativa, el tema principal de su música aparece repentino y drástico (cuando realmente él lo asoció a la primera), sin ninguna mención anterior durante la obra y, evidentemente, rompiendo la atención y equilibrio de la aventura. ¿Por qué, si el personaje masculino es nuevo y la historia de amor también?, podría pensar alguien. La respuesta, igualmente obvia: no puedes identificar este segundo amor empleando música que refleje la aparición del hombre, figura nueva y novedosa y carente de cualquier trascendencia, ya que dejas literalmente fuera la de Rebeca, personaje trascendental en la aventura y que habría necesitado de referencias abstractas durante toda la película que, al vivir su siguiente y repentina historia de amor, quedaran enlazadas con cierta lógica y unidad. No es así. Todo esto queda presionado hacia lo negativo con los otros dos ámbitos de la música que el director emplea (y repetimos, dispone de manera sorprendentemente negativa): el ‘’Concierto para piano nº 23’’, de Mozart, queda reservado para los encuentros y pensamientos emanados de la relación primera entre la nativa y John Smith (insistimos, Horner preparó para ésta el tema que Mallick copió y pegó para la segunda), pero increíblemente desaparece mucho antes de lo que el soldado lo hará para retomar sus notas en un solitario regreso al final de la historia, sin demasiado equilibrio. Igual sucede con el tema, aparentemente principal del filme (pero que, tras un inicio esplendoroso fusionándose admirablemente con los sonidos y elementos naturales, ya no volverá a ser empleado hasta el final), ‘’Vorspiel’’ (‘’El oro del Rin’’, de Richard Wagner), que pretende abrir y cerrar la obra, originando un abanico de unión, pero que simplemente pega, como si de papel cello se tratara, las desequilibradas piezas que Mallick ha ido colocando durante todo el argumento, pretendiendo unas cosas cuando fueron creadas para otras.




Hay en ‘’El nuevo mundo’’ detalles, no obstante lo dicho, interesantes y sí estudiados e interrelacionados, como debería haber sido el conjunto. Las atmósferas de sintetizadores que nacen al tiempo que lo vuelve a hacer John Smith, tras ser perdonada su vida por los indígenas (y que en la partitura original completa sí tendrían un origen más estudiado) igualmente brotan de la partitura de Horner cuando el grupo de colonos, envueltos en la enfermedad y desgracia, son ayudados por la chica indígena como volviendo, igualmente, también a la vida. Una mayor exposición de todos estos matices habría ofrecido a la obra una cohesión fuerte y, finalmente, sólida.



En resumen, resultado final que parece interesante si uno no se adentra en el estudio detallado y atento de las idas y venidas de la música que finalmente el director empleó. Haciéndolo, las incoherencias aparecen una tras otra (siempre por responsabilidad de Terrence Mallick) dejando bastante ‘’tocada’’ una película que pudo ser, si su partitura hubiese crecido en lugar de sufrido, mucho mejor.



Antonio Miranda. Noviembre 2016.






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